Niñapajaro o como sobrevolar la vida en busca de belleza















Existe la creencia de que al iniciar cualquier búsqueda, nuestra sentimentalidad está destinada a experimentar cambios. Es legítimo, por tanto, dejar que las cosas ocurran, si todo permaneciera estático no sería razonable adentrarse en factores como el volumen o la textura. Para buscar no sólo es obligatorio una predisposición al encuentro fortuito, también hay que tener un bagaje, algo parecido a una caja de madera lacada capaz de de contener recuerdos propios y ajenos, una caja de intuiciones. María Salán es experta en recolectar imágenes, su mirada está entrenada en la fragmentación, por eso es tan efectiva libando belleza. Gracias a ella la primavera existe como una materia orgánica capaz de ser traslada a las artes plásticas, pueden comprobarlo mirando con detalle cualquiera de las obras que ilustran esta reseña. Sus collages polinizan el paisaje humano, se adentran en él, devolviendo al espectador algo que inmediatamente crea en nosotros un proceso de fotosíntesis emocional. Hay una profundidad en la ejecución que trasciende los materiales y la técnica. Su proceso creativo apunta hacia la frescura de una inteligencia que se ha gestado así misma a base de experimentación. El mismo ensayo al que se han sometido las grandes mentes, prueba y error, provoca en María un espacio preparado para albergar multiplicidad de universos.

Sólo aquellos que han vivido de cerca la oscuridad son capaces de crear con una intuición luminosa. En sus obras  existe un discurso abierto sobre el que conviene reflexionar. Dado que sus imágenes están repletas de respuestas, queda en nuestra mano preguntar a la imagen, escuchar su vibración, para finalmente encontrar el camino que nos permite avanzar cerca de la orilla de lo que es hermoso y necesario.

Encuentra toda su obra: Web
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Banda sonora: Play
No te debes perder a: Patti Smith / Joseph Beuys / Rimbaud
Un corto: Frankie Weenie de Tim Burton

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